martes, octubre 7, 2025
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Turismo en Santander: 24.069 prestadores inscritos, pero el 95% son microempresas

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A veces los números del turismo suenan grandes… hasta que se miran con lupa. En Santander hay 24.069 prestadores de servicios turísticos inscritos en el Registro Nacional de Turismo (RNT). A primera vista, parece un montón. Pero cuando uno entra en detalle, se da cuenta de que detrás de esa cifra hay de todo: desde hoteles y glampings hasta agencias de viajes, operadores de aventura, guías independientes, fincas agroturísticas y hasta transportadores especializados.

Y ahí empieza la historia: no es lo mismo tener miles de registros que tener una industria consolidada. El RNT revela que solo 5.893 de esos registros son hoteles, mientras que los glampings apenas llegan a 111 en todo el departamento. El resto se reparte entre apartamentos turísticos, fincas, hostales, operadores de turismo de naturaleza, agencias y parques recreativos. En otras palabras, el turismo santandereano no es solo de camas, sino también de cuerdas, canoas y caminos.

Bucaramanga y San Gil, los polos… pero no los únicos

En el mapa, Bucaramanga concentra la mayor cantidad de registros formales, con más de 6.800 prestadores y cerca de 80 mil camas, si se suman todas las modalidades de alojamiento.

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Le siguen San Gil, con 34.816 camas, y Barichara, con 24.571, donde el turismo rural y el de experiencia son la joya de la corona.

Pero más allá del triángulo clásico, municipios como Barrancabermeja, Socorro, Zapatoca y Curití están ganando terreno: unos por turismo corporativo, otros por naturaleza y aventura. En total, el 40% de los registros se ubican fuera del corredor central, lo que habla de un turismo más descentralizado… aunque todavía desigual.

El problema es que muchos de esos negocios son microemprendimientos familiares, con menos de cinco empleados y alta rotación estacional. En otras palabras, mucho registro, poca escala.

Los otros protagonistas: agencias, guías y transporte

Si uno se aleja del alojamiento y mira el resto del ecosistema, el panorama se pone más interesante. En Santander hay casi 1.200 agencias de viajes inscritas, muchas de ellas operando tours hacia el Cañón del Chicamocha o los circuitos de turismo de aventura. También figuran más de 300 guías profesionales registrados, aunque en la práctica hay muchos más trabajando sin formalizarse.

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El transporte turístico, por su parte, suma cerca de 1.000 empresas que van desde buses especializados hasta operadores náuticos y de aventura. Todos forman parte de una cadena que mueve miles de viajeros al año, pero que aún opera con brechas de formalidad y capacitación.

Un turismo que se multiplica, pero no siempre despega

Hay un dato que resume el dilema: el 95% de los prestadores tiene cinco empleados o menos. Eso significa que el turismo en Santander sigue siendo más un tejido de supervivencia que una industria de escala. Muchos se inscriben en el RNT solo porque es requisito para trabajar, pero no necesariamente porque estén creciendo o innovando.

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Y eso se nota. Mientras los glampings se vuelven moda en redes y los hostales se multiplican, la oferta de agencias, guías y transporte aún no logra profesionalizarse del todo. Si la política pública se queda en contar registros, puede confundir formalidad con desarrollo.

El reto de pasar del registro al impacto

Santander ya tiene volumen. Lo que le falta es músculo. Para que esos 24.069 nombres del RNT se conviertan en una verdadera industria regional, el paso siguiente no es sumar más inscritos, sino conectarlos mejor entre sí: crear clústers, fortalecer la formación de guías, estandarizar la calidad del servicio y mejorar el acceso a financiación.

En otras palabras, dejar de contar prestadores y empezar a medir impacto.
Solo así el turismo santandereano dejará de ser una lista larga y se convertirá en una historia de crecimiento compartido.