martes, octubre 7, 2025
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Ecopetrol trasladará su planta de regasificación a Coveñas: inversión por US$700 millones y 110 MPCD

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¿Y si esa decisión que parece técnica encierra una partida estratégica mucho más grande?

La semana pasada, Ecopetrol y su filial Cenit rompieron con lo que muchos esperaban: la planta de regasificación del Caribe será en Coveñas, Sucre, no en Ballena, La Guajira. Con la autorización ambiental otorgada por la ANLA para adaptar la infraestructura offshore ya existente, la compañía decidió apostar por la opción con menos fricción operacional y más velocidad de entrada.

Según el comunicado oficial de Ecopetrol, “los estudios técnicos confirmaron que Coveñas ofrece ventajas competitivas en tiempos de entrada y viabilidad técnica, frente a otras alternativas”.

Desde el arranque, la jugada luce como un movimiento de tablero donde cada casilla cuenta: se instalará una unidad flotante de almacenamiento y regasificación (FSRU) para procesar GNL importado, mientras el oleoducto Coveñas–Ayacucho será reconvertido para operar como gasoducto (inicialmente, para manejar cerca de 110 millones de pies cúbicos diarios).

Un dato que sobresalta: el proyecto apunta a adjudicar el contrato en no más de un mes tras abrir el proceso vinculante el 14 de octubre, con meta de operación para el primer trimestre de 2027, según Reuters. Además, en los estudios previos se recibieron señales de interés: unas 20 empresas ya manifestaron su voluntad de participar.

Pero no todo es un tablero limpio: cambiar de Ballena a Coveñas implica alterar lo que muchos consideraban el eje del Caribe para gas natural.

En La Guajira se había pensado instalar una planta de regasificación con capacidad de hasta 250 mpcd, reforzando la estrategia con los campos Ballena y Chuchupa operados por Hocol (filial de Ecopetrol). Ecopetrol no descartó esa opción, pero por ahora prioriza Coveñas con el argumento de rapidez e ingeniería menos tortuosa.

El contraste no es menor: una opción con mayor sofisticación futurista (Ballena) versus otra con menor riesgo y puesta en marcha más segura (Coveñas). Los responsables de la decisión hablan en esos términos. “Este proyecto de regasificación representa un hito decisivo para la seguridad energética de Colombia en el corto plazo. Más que una obra de infraestructura, su desarrollo ratifica el compromiso de Ecopetrol con un suministro confiable y eficiente de gas natural”, dijo el presidente Ricardo Roa.

En el fondo, este viraje hacia Coveñas podría ser más que una decisión técnica: es un mensaje político-industrial. Colombia enfrenta un déficit estructural de gas, el mercado internacional es volátil, y la urgencia por garantizar suministro interno presiona las decisiones estratégicas.

Convertir un puerto de crudo en puerta de importaciones de gas no es solo ingeniería: es redefinir rutas energéticas, relaciones comerciales y dependencias.

Si el cronograma se cumple, la comercialización del gas importado podría iniciarse antes de que termine 2025 y con adjudicación cerrada en los últimos meses del año. Pero si algo falla —la ingeniería del ducto reconvertido, la logística, los plazos, la presión política— el “movimiento seguro” podría convertirse en arriesgado.

Al final, lo que esta obra esconde no es solo tubos y tanques: es una apuesta para moldear el mapa energético del país. ¿Quién gana si Coveñas emerge como el nuevo hub caribeño de gas importado? La respuesta definirá quién lleva el timón de la energía en Colombia en la próxima década.