domingo, octubre 12, 2025

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EN CONTEXTO

ANDI abre su Congreso Empresarial: tres días para definir el rumbo económico de Colombia

Cartagena volvió a ser el punto de encuentro de quienes toman —o deberían tomar— decisiones que pesan en la economía del país. Este miércoles se instaló en el Centro de Convenciones la décima versión del Congreso Empresarial Colombiano (CEC) de la ANDI, con más de 2.900 representantes del sector productivo y 55 expertos que, durante tres días, hablarán sin rodeos (o al menos eso se espera) sobre dónde estamos, qué nos está costando mantenernos de pie y cómo se supone que vamos a avanzar. No es un evento para el turismo corporativo: aquí se habla de lo que pasa cuando las cifras no cuadran y la confianza empresarial se resiente.

La apertura tuvo un momento de pausa. Bruce Mac Master, presidente de la ANDI, rindió homenaje al fallecido senador Miguel Uribe. “Miguel era un colombiano que pese a las circunstancias difíciles que le puso la vida, luchó y trabajó por el país que soñaba con oportunidades para todos”, dijo sin grandilocuencia, pero dejando claro que en medio de los gráficos y balances, la política y la economía tienen rostros concretos. Ese recordatorio suele perderse rápido entre las discusiones técnicas, pero ayer arrancó en el centro del escenario.

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Mac Master también presentó la estructura del Congreso: 20% para hacer un diagnóstico de la situación actual del país, 40% para plantear acciones que estabilicen áreas críticas como las finanzas públicas y otro 40% para hablar del futuro. No se trata de repartir tiempos por deporte; la realidad es que Colombia arrastra problemas de estructura y confianza que no se resuelven con un par de reformas improvisadas. “Necesitamos pensar en futuro, en construirlo y tener sueños, así ha sido pensado el CEC. Para que de acá salgan soluciones y propuestas positivas”, insistió. Lo cierto es que ese “pensar en futuro” se topa con un presente que no da respiro.

El tono se endureció con Jaime Murra, presidente del Grupo Diana y de la Junta de Dirección General de la ANDI. Recordó que sin crecimiento económico no hay transformación social que aguante, por más discursos bienintencionados que se lancen desde un atril. “No existe transformación social sostenible sin crecimiento económico. Colombia necesita más transformación social, más empresas y más empleo”, dijo, y no se quedó ahí. Apuntó a la formalidad como piedra angular: “Apostarle a la formalidad es hacerlo hacia un país más fuerte. Crear condiciones para que nazcan más empresas y las existentes crezcan debe ser la prioridad de cualquier Gobierno y política pública.”

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En la lista de conferencistas, Michael Scott, editor para América Latina del Financial Times, advirtió sobre el reacomodo del poder global y lo que significa para una región que todavía espera que los cambios geopolíticos no la afecten de frente. Anu Madgavkar, del McKinsey Global Institute, y Adam Barbina, de EY Geostrategic Business Group, sumaron alertas: las cadenas de suministro, los flujos de capital y las tensiones entre potencias se están moviendo más rápido que nuestra capacidad para adaptarnos. Escuchar estas advertencias en Cartagena es cómodo; aplicarlas, menos.

El CEC 2025 está diseñado para tocar todos los temas calientes: estabilidad fiscal, sostenibilidad, transformación digital, emprendimiento, competitividad. El problema es que la lista es tan larga como urgente, y la capacidad de ejecución del país sigue limitada por un Estado lento y un sector privado que, a veces, confunde diagnóstico con acción. Los 55 expertos invitados aportarán datos y propuestas; el riesgo es que se conviertan en un inventario más para engordar presentaciones de PowerPoint sin aterrizar en políticas o proyectos concretos.

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La verdadera prueba de este Congreso no está en las cifras que se presenten ni en las fotos que circulen en redes, sino en lo que pase después. Las finanzas públicas no se van a estabilizar por decreto, la competitividad no se improvisa y la formalización empresarial no se logra con seminarios. Los asistentes tendrán que decidir si quieren ser parte de las soluciones que reclamaron en Cartagena o si el próximo año volverán a reunirse para repetir el diagnóstico, más grave, con otro 20-40-40 y las mismas urgencias acumuladas. Porque la economía no espera, y el calendario político tampoco.

En pocas palabras: si de este Congreso no salen compromisos medibles y plazos claros, lo que quedará será la foto grupal y un archivo más en la nube de la ANDI. La economía colombiana no está para discursos que se reciclan cada agosto; está para decisiones que duelen, que rompan inercias y que se sientan en la calle, en la nómina y en la inversión. Todo lo demás será un aplauso cómodo en un auditorio con aire acondicionado mientras afuera la productividad sigue atrapada en el calor de la inacción.