domingo, octubre 12, 2025

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El fraude financiero avanza, pero 4.881 ciudadanos ya aprendieron a decirle no

Cada día, mientras miles de colombianos revisan sus cuentas o hacen una transferencia, un enemigo invisible se asoma tras la pantalla: los fraudes financieros. No llegan con pasamontañas ni armas, sino con clics, promesas de rentabilidad y logos que imitan la confianza. Lo preocupante es que, aunque parezcan aislados, forman parte de una red silenciosa que crece más rápido de lo que el ojo público percibe.

Detrás de esa amenaza, una estrategia ha empezado a mover las fichas en el tablero: “Me informo y cuido mi dinero”, una iniciativa conjunta de la Superintendencia de Industria y Comercio (SIC), la Superintendencia Financiera y la Superintendencia de Sociedades. Desde 2022, esta alianza ha recorrido el país con un propósito claro: enseñar a los ciudadanos a detectar las trampas del dinero fácil antes de caer en ellas.

Las cifras son reveladoras. En apenas tres años, la estrategia llegó a 31 ciudades y municipios —desde Nariño hasta La Guajira—, con 91 jornadas pedagógicas que reunieron a 4.881 asistentes presenciales. Entre ellos, estudiantes, emprendedores y consumidores en situación de vulnerabilidad. Además, 139 espacios en medios de comunicación amplificaron el mensaje, llevando la alerta a cada rincón donde la desinformación suele hacer daño.

Las cifras demuestran un preocupante crecimiento de los negocios fraudulentos y los recursos que logran recuperarse en estos casos son limitados”, advirtió el superintendente de Sociedades, Billy Escobar, durante la presentación del primer balance público de la estrategia. “Por eso, ejercicios pedagógicos como este resultan vitales para que los ciudadanos aprendan a proteger su dinero y las autoridades puedan combatir estas prácticas antes de que generen mayores perjuicios”.

Pero la historia no ha sido sencilla. La SIC reconoció que el primer obstáculo fue lograr que tres instituciones con lenguajes y enfoques distintos hablaran al unísono. La Superfinanciera, por su parte, asumió el reto de traducir el lenguaje técnico del sector en mensajes claros y cercanos. Mientras tanto, la Supersociedades tuvo que acercarse a los jóvenes, los más expuestos a fraudes digitales, para advertirles que detrás de cada “inversión milagrosa” suele haber una trampa disfrazada de oportunidad.

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El impacto, sin embargo, va más allá de las cifras. Cada jornada representa una vacuna contra la desinformación. En cada taller, un ciudadano más deja de ser presa fácil de los falsos asesores y las supuestas inversiones “seguras”. En cada conversación, una nueva generación aprende a mirar los contratos y las plataformas digitales con lupa crítica.

El gran desafío será consolidar esta estrategia como una política pública sostenible que trascienda y logre un impacto cada vez mayor”, coincidieron las tres superintendencias. “La educación financiera no puede ser un proyecto temporal, sino un pilar de protección ciudadana”.

Y es que la lección es clara: el fraude se combate antes de que ocurra. Las cifras —esas que parecen frías y distantes— cuentan una historia más profunda. Cuatro mil ochocientas ochenta y una personas sensibilizadas no son solo asistentes a un taller; son posibles víctimas que hoy saben cómo defender su bolsillo.

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En tiempos donde los engaños se disfrazan de innovación y las estafas se viralizan en redes, iniciativas como “Me informo y cuido mi dinero” no solo enseñan a cuidar pesos y centavos. Enseñan algo más valioso: a no entregar la confianza tan rápido como se da un clic.