domingo, octubre 12, 2025

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Después de diez trimestres en rojo, las tarjetas de crédito vuelven a crecer en Colombia

Diez trimestres. Ese fue el desierto que recorrieron las tarjetas de crédito en Colombia antes de ver un brote verde. Según el más reciente informe de TransUnion, en el segundo trimestre de 2025 las originaciones de estos plásticos —el número de nuevas cuentas abiertas— dejaron atrás la caída y se apuntaron un crecimiento positivo. La sequía se rompió en todos los niveles de riesgo, pero el repunte más ruidoso vino de donde menos se esperaba: los consumidores de mayor riesgo, donde las originaciones se dispararon un 39% frente al mismo periodo de 2024. La foto es ambigua: sí hay apetito por crédito, pero buena parte está cayendo en segmentos donde el margen de error es menor y el riesgo de mora es mayor.

El informe también muestra que los cupos promedio de las nuevas tarjetas se movieron de manera desigual. Los consumidores de bajo y medio riesgo recibieron límites más amplios, un voto de confianza que se traduce en mayor capacidad de gasto. Pero en los perfiles de alto riesgo, aunque las solicitudes crecieron, los cupos fueron más restringidos. En otras palabras, la banca está prestando más a quienes antes tenía vetados, pero sin abrir demasiado la llave. Lo justo para dinamizar consumo, pero sin desbordar la represa.

En el resto de productos crediticios, el panorama es menos optimista. También hubo un repunte en originaciones después de diez trimestres, pero limitado a consumidores de bajo riesgo. Para los segmentos medio y alto la realidad fue otra: descensos tanto en el número de nuevos créditos como en los montos aprobados. Esto significa que, aunque el mercado se mueve, lo hace con un sesgo claro: se privilegia al deudor de perfil más sólido y se mantiene a raya al resto. Virginia Olivella, directora Senior de Investigación y Consultoría de TransUnion Colombia, lo explicó con crudeza: “a pesar del crecimiento general en los nuevos créditos, seguimos observando desafíos para los consumidores prime y por debajo (medio riesgo y alto), ya que las tasas de originación cayeron para este segmento en todos los productos crediticios, excepto en tarjetas de crédito y libranza”.

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El ajuste no solo es por precaución de los bancos. Los números de morosidad también vienen cambiando. En el segundo trimestre de 2025, la cartera con atrasos de 60 días o más se redujo en todos los productos crediticios. Las caídas más grandes se dieron en microcrédito (-167 puntos básicos), tarjetas de crédito (-164 pb) y créditos de libre inversión (-110 pb). En libranza, vehículo y vivienda, los recortes fueron más modestos: 19, 17 y 10 puntos básicos, respectivamente, frente al mismo trimestre del año pasado. Esta mejora, según TransUnion, responde a políticas más conservadoras en la aprobación de créditos y a una reducción en la carga financiera de los hogares. Traducido: los bancos están prestando más prudente y las familias, con algo más de aire, están pagando mejor.

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Un ejemplo está en las cuentas más recientes. Las tarjetas abiertas en el último año muestran un menor nivel de mora a los cinco meses de uso. En el segmento prime, solo el 3,3% de las cuentas originadas en el cuarto trimestre de 2024 cayó en morosidad de 60 días o más en ese lapso, frente al 5,6% registrado en 2023. El dato es relevante porque rompe la narrativa de deterioro acelerado y deja ver que, al menos en los perfiles más estables, la banca sí está logrando mayor resiliencia. El ajuste en la originación parece estar dando frutos, aunque el riesgo sigue latente en segmentos más vulnerables.

El informe también incluye datos de la encuesta Consumer Pulse, que ayudan a poner contexto al repunte del crédito. El 39% de los hogares reportó un aumento en sus ingresos en los últimos tres meses, frente al 33% de un año atrás. El optimismo también se coló en las proyecciones: el 79% de los encuestados dijo estar confiado en sus finanzas para los próximos 12 meses, contra el 75% en 2024. La Generación Z se llevó la medalla de la ilusión: el 85% cree que sus ingresos subirán en el próximo año. Más allá del entusiasmo juvenil, el 72% de los consumidores en general afirmó que podrá cumplir con todas sus obligaciones financieras, cinco puntos más que en 2024. La sensación de que “la cosa está mejorando” puede ser combustible para el crédito, aunque también puede ser un espejismo si la economía no consolida esa recuperación.

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Virginia Olivella lo resumió con tono estratégico: “la mejora observada en el desempeño, junto con una dinámica macroeconómica positiva y un mayor optimismo de los consumidores, ofrece oportunidades para que las entidades financieras consideren retomar el crecimiento en estos segmentos”. Dicho de otro modo: hay señales para volver a crecer, pero con pies de plomo. El repunte de tarjetas de crédito es una buena noticia después de diez trimestres de sequía, pero no hay garantías de que se sostenga. El riesgo está en que el mercado se embale demasiado rápido con perfiles frágiles, justo cuando los bancos empezaban a domar la morosidad. El desafío ahora es no repetir el ciclo clásico de sobreapalancar al consumidor y luego pagar la cuenta en cartera vencida.